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lunes, 17 de agosto de 2015
LAS CLAVES DE LA FELICIDAD SEGÚN HARVARD
lunes, agosto 17, 2015
Revista SEMANA - Vida Moderna | 2015/08/08 22:00
Estas son nueve lecciones que aprenden los estudiantes de la prestigiosa
universidad en una cátedra dedicada a hacerlos más felices.
Por mucho tiempo se creyó que la felicidad no se podía enseñar como las
matemáticas o la geografía. Sin embargo, desde cuando Martin Zeligman
creó la psicología positiva, esa idea cambió. A partir de sus muchas
investigaciones se sabe que el 50 por ciento de la felicidad depende de
factores como creencias y hábitos que son modificables y por lo tanto se
pueden enseñar. “El resto es genética”, dice Andrés Aljure, coach y
profesor de la cátedra de felicidad y bienestar de la Universidad de La
Sabana.
En efecto, aprender a ser feliz es posible y por eso muchas
universidades en el mundo se han dado a la tarea de incluirla como una
cátedra. En Harvard, donde existe desde 2006, es la más apetecida por
los estudiantes, al punto de que desbancó a Introducción a la Economía,
que por años había sido la clase más popular.
Enseñarla es importante, según este coach, porque la expectativa de vida
en el mundo está aumentando y la gente debe vivir esos años extra con
bienestar. Se sabe, por ejemplo, que la gente feliz vive 15 años más y
con más salud que los pesimistas. Además, ser feliz es una manera de
prevenir enfermedades mentales como la depresión y la ansiedad, que
amenazan con ser los principales motivos de discapacidad en países
desarrollados a partir de 2020. También se ha visto que los empleados
felices son más productivos. Por eso, dice Aljure, “no es una moda sino
un tema de agenda de la sociedad”. Y si no se enseña en colegios y
universidades, como indica Anthony Seldon, director del internado
Wellington College, en Gran Bretaña, “es posible que las nuevas
generaciones no lo aprendan en ninguna otra parte”.
Aunque lo parecen, los cursos de felicidad no son un paseo. En el de
Harvard hay 22 clases magistrales de 75 minutos cada una dictadas por
Tal Ben-Shahar, uno de los gurúes del tema en el mundo. El objetivo es
enseñar a tener una vida productiva y satisfactoria, y para lograrlo Ben
Shahar acude no solo a su propia experiencia, sino a la evidencia
científica más reciente, que es el material de estudio más importante de
la clase. La idea no es salir con una sonrisa de oreja a oreja, sino
“aprender a tomar lo bueno y lo malo y aprovechar al máximo lo que
brinda la vida”, señala una de las alumnas de Ben-Shahar.
Curiosamente, dentro de las diez lecciones principales el dinero no
aparece por ningún lado y la razón es sencilla. Según Aljure, después de
que el ser humano logra satisfacer sus necesidades básicas la plata
deja de ser tan importante, y si bien crea satisfacciones en quienes la
reciben resultan pasajeras. “El placer de comprar un carro o cualquier
otra cosa se desgasta al mes de haberlo hecho”, dice. Aunque no está mal
ambicionarlo, el dinero solo no hace totalmente feliz a nadie. Por el
contrario, los siguientes comportamientos y formas de pensar representan
cambios estructurales que generarán bienestar permanentemente.
1. La felicidad está en la mente: el nivel de bienestar
está determinado por la interpretación que cada cual hace de los
eventos externos. Si se ven catastróficos o provechosos depende de dónde
se ponga el foco de atención. Según Aljure, “el 10 por ciento es lo que
nos pasa en la vida y el 90 por ciento es lo que hacemos con lo que nos
pasa”. Las personas deben saber que no tienen control sobre todo lo que
les sucede, por ejemplo, la muerte de un ser querido, un despido en el
trabajo, pero sí tiene alternativas para ver cómo los afrontan. Saber
que se tiene ese control es clave en la adversidad.
2. Agradezca: el ser humano se adapta a todo, tanto a
situaciones negativas como positivas. A eso se le llama adaptación
hedonista. El agradecimiento es beneficioso porque significa reconocer
las cosas que la gente da por sentadas y creer que siempre estarán allí.
Según el psicoanalista Ariel Alarcón, los estudios comprueban que dar
gracias explícitamente a las personas genera altos niveles de bienestar
porque “en ese acto uno crea empatía con la bondad del otro y eso nos
hace sentir buenos a su vez”. Zeligman también recomienda escoger cada
noche el hecho más agradable del día.
3. Haga ejercicio: se ha podido establecer que 20 minutos de
ejercicio al día equivalen a una dosis de Prozac o cualquier otro
antidepresivo. Esto sucede porque durante la actividad física el cerebro
secreta un tipo de hormonas, las endorfinas, opiáceos naturales que
proporcionan una sensación de calma y placer. El ejercicio no tiene que
ser intenso ni en un gimnasio. Basta una caminata a ritmo acelerado
durante 20 o 30 minutos.
4. Cultive sus amigos: los estudios señalan que con solo
mantener cinco relaciones de amistad durante toda la vida las personas
tienen el 60 por ciento mayor posibilidad de sentirse mejor. “Los amigos
ayudan a que los individuos se desahoguen y al hacerlo se producen
varias cosas: se reducen las emociones negativas, el cerebro se
estructura mejor porque entiende con más claridad la situación y,
además, brindan consejo y apoyo”, dice Aljure. Así mismo, al compartir
las desgracias es posible descubrir que sus problemas no son únicos y
mirar diferentes formas de afrontarlos.
5. El sentido de propósito: la evidencia científica
muestra que tener una meta, un proyecto, un sueño que le dé sentido a la
vida redunda en bienestar porque funciona como un motor interno que
sirve para sobrellevar los obstáculos. Estudios recientes han mostrado
que las personas felices que no tienen un claro sentido de propósito
cuentan con las mismas probabilidades de padecer problemas de salud que
aquellos que enfrentan una adversidad crónica.
6. Simplifique: hay que hacer la vida sencilla. Los
expertos aconsejan no agendar más actividades de las que puede hacer, ni
vivir muy lejos del trabajo, ni quedarse rumiando los problemas. La
premisa es que la cantidad impacta la calidad. Tal Ben-Shahar recomienda
la simplicidad en el trabajo y en la casa, y para eso hay que tener
claras las prioridades.
7. Medite: esta practica milenaria reduce el estrés negativo,
relaja, genera paz interior y da energía al cuerpo y a la mente para
capotear las situaciones diarias. Está demostrado que, a largo plazo, la
gente que medita puede soportar mejor los obstáculos porque, lo dice
Laura Álvarez, directora de Happy Yoga, “al concentrarse la mente
desvela el ruido que genera la vida amarga y ver el ruido es el primer
paso para aquietarlo y cuando la meditación se hace de forma regular, el
ruido se transforma en un espacio de silencio o paz”.
8. Permítase ser humano: todas las emociones humanas, tanto las
llamadas positivas como las negativas, entre las que están la ira y la
tristeza, tienen un propósito. Por eso, es bueno sentirlas. También es
importante ser compasivo consigo mismo, aceptar las debilidades y las
fortalezas y no juzgarse más de la cuenta cuando hay fracasos. Errar no
es malo si se ve como una oportunidad para aprender. “Las personas más
infelices son las que pretenden que todo les salga perfecto”, señala
Aljure.
9. Vuélvase un caucho: la resiliencia se asocia a la habilidad
que tiene un caucho de volver a su estado normal. En el caso de los
humanos significa tener la elasticidad suficiente para ser impactado por
un trauma, pero al mismo tiempo poder recuperarse. Esta palabra también
se relaciona con crecimiento postraumático, lo que implica seguir
caminando pero fortalecido después de una situación dificil o una
pérdida. Para poder lograrlo es importante saber que se tiene control y
que el fracaso también es oportunidad. Como dice Tal Ben-Shahar en sus
clases, “no hay que decir ‘esto me pasó por mi bien’, sino ‘qué bien
puedo sacar de esto que me pasó’”.
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